¿Qué es el apego?

noviembre 4, 2023

¿Qué significa «apego» en psicología? 

La forma en cómo vemos el mundocómo vivimos los conflictos y cómo nos relacionamos con los demás tiene que ver con las relaciones que establecemos con nuestras figuras de apego en la infancia.

Tanto si vas a ser mamá o papá, como si quieres entender mejor por qué eres como eres a día de hoy y los tipos de relaciones que generas, es muy importante que tengas algunas nociones básicas acerca del apego.

Acompáñanos a lo largo de este post para comprender mejor su función e importancia.

John Bowlby, define el apego como el vínculo que establecemos desde niños con las figuras importantes de nuestro entorno (suelen ser nuestros padres). Además, considera que es algo impuesto a nivel biológico para garantizar la supervivencia y el desarrollo físico y emocional del bebé. Por tanto, no es una elección, forma parte de nosotros y tiene la función de asegurar nuestra supervivencia y darnos seguridad en nuestras relaciones futuras. Dada la necesidad de apego, el bebé debe adaptarse al cuidador y excluir cualquier comportamiento que amenace el vínculo de apego.

Existen diferentes tipos de apego dependiendo de cuál haya sido el vínculo con las personas que nos cuidaron nuestros primeros años de vida.

¿Cómo se genera el apego?

Como hemos visto, el apego es una necesidad básica para nuestro desarrollo. Pero, ¿cómo se conforma el apego?

La respuesta tiene que ver con cuál es la calidad del afecto que recibimos por parte de nuestros cuidadores o figuras de apego principales. En función de cómo estas personas reaccionen podremos tener mejores o peores estrategias para afrontarnos a las situaciones vitales (habilidades sociales, autoestima, autonomía…).

Si cerramos los ojos y dedicamos unos segundos a recordar a las personas más cercanas de nuestra infancia, experimentamos diferentes sensaciones: amor, miedo, asco, admiración, etc. Aquellas personas con las que nos sentíamos seguros son las que nos generaron una sensación de calma que nos ayudó a sentirnos aceptados e importantes. En cambio, las personas que provocan sensaciones desagradables cuando las recordamos son aquellas que nos hacían sentirnos en alerta.

Por tanto, la manera en que nuestras figuras de apego respondieron a las situaciones en las que mostramos malestar y pedimos ayuda determina la calidad de afectos.

Etapas del apego

El apego no es un proceso imprevisto ni repentino, requiere de tiempo para su desarrollo y se divide en 4 fases: 

      • Fase de preapego (primeros 2 meses): son las respuestas que se activan en el bebé independientemente de la figura de apego. Sin innatas y se producen en presencia de cualquier figura humana. Los bebés aceptan a cualquier persona que les brinde seguridad y calma.
      • Fase de formación (de los 2 a los 6 meses): el bebé puede reconocer a la madre (o figura de apego) frente a otras personas desconocidas. Si la madre no es capaz de regular emocionalmente al bebé se activarán la angustia y el miedo, lo cual tiene efectos importantes para el desarrollo emocional del niño/a.
      • Fase de apego (de los 6 meses a los 3 años): en esta etapa se consolida la relación de apego con la madre y los cuidadores principales. Además, puede rechazar el contacto de otras personas que no sean ellos.
      • Fase de relaciones recíprocas (+ de 3 años): con la aparición del lenguaje, el/la niño/a aprende a internalizar comportamientos sociales y comienza a tener control sobre sus impulsos. Empieza a comprender que su madre no lo abandona de forma permanente y volverá, siendo capaz de calmar su ansiedad.

    Señales de apego adaptativo

    Algunas características de que tu apego es adecuado son:

    • Mantienes cercanía con tus seres queridos de manera consciente y activa.
    • Si sientes malestar o miedo, eres capaz de encontrar un lugar o refugio que te transmita seguridad y calma.
    • No tienes sensación de peligro a la hora de explorar tu entorno.
    • No sientes angustia al separarte, cuando no estás en contacto con tu figura de apego puedes gestionar tu ansiedad.

    Cuanta más confianza se tiene en la persona cuidadora, menos miedo y ansiedad de separación se siente. Esta confianza se construye desde la infancia y es algo complejo de modificar en la edad adulta. Además, influirá en las expectativas que nos generamos: si mi madre o mi padre estuvo allí para mí cuando lo necesitaba, confiaré en que en el futuro también estarán.

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